6.06.2013

Llegué para quedarme. Articulo Segunda Entrega Global, Revista Digital


Para entender la vulnerabilidad de un extranjero tal como lo plantea la Biblia, igualándolo a una viuda y a un huérfano, basta con emprender la aventura de salir de su tierra para establecerse en otra, con la decisión de quemar las naves  y abrirse paso en una nueva nación;  es necesario experimentar esa  sensación de que no hay retorno, de que el último tren acaba de salir sin ti.
Es quizá una de las emociones más extrañas que te lleva a experimentar desde un profundo cosquilleo en  el estómago, hasta una larga inhalación de aire caliente con la mirada perdida; y es talvez porque el único soporte  para recomenzar es la vaga promesa de apoyo hecha por un familiar o amigo con quien hace mucho no compartes, la capacidad de aferrarse a un ofrecimiento  o  la esperanza de alcanzar mejores oportunidades.
Es impresionante cómo se desvanecen  esa emoción y esa expectativa que nos impulsó durante  los preparativos del viaje  tan sólo a unas semanas del desembarque,  es entonces cuando empieza ese duro proceso de transformación; una metamorfosis  de turista a inmigrante. Es ese tiempo  frio y oscuro del cual muchos prefieren no hablar, pues resulta más emocionante narrar los aciertos que las grandes decepciones.
Y es de este tiempo o desierto, como llamamos los creyentes a este proceso, del cual nos gustaría hablar en una  primera entrega, con la humilde intención de ilustrar a quien toma la  decisión de empacar sus sueños y  emprender la increíble aventura de expandir su horizonte en tierras extranjeras, pues así como suele ser una desagradable vivencia en algunos, puede también convertirse para otros en  la mayor escuela para madurar, moldear el carácter y crecer en fe.
Serán determinantes algunos factores claves para salir airosos en esta impredecible travesía como son: definir una meta a corto y otra a largo plazo antes de llegar a nuestro destino, ejercitar la perseverancia, el perdón, el optimismo y la flexibilidad a cambios inesperados, sin olvidar la importancia de integrarse a una familia de fe  donde se fomenten estos principios constantemente; esto indudablemente nos ayudará a avanzar con la seguridad  de que el futuro siempre será mejor que el presente.

"El Señor protege a los extranjeros, sostiene al huérfano y a la viuda, pero trastorna el camino de los impíos". Salmos 146:9


Daniel de Jesus
Global

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