12.05.2013

Iglesia y violencia de genero.


 

Para saber si una mujer está maltratada debemos preguntarnos si está bien tratada. Es muy simple, el maltrato es lo contrario al buen trato, si éste no se da, estamos ante una situación, en mayor o menor grado, de maltrato.

La violencia de género se manifiesta también a través de la falta de respeto; el hombre  interrumpe, no escucha, no responde, manipula la interpretación de tus palabras, increpa a tus amigos y familia. Es allí donde se genera un ambiente donde hay tiranía emocional, aislamiento, abuso de autoridad y confianza, acoso o maltrato verbal, y en la mayoría de las ocasiones a través del control económico. Todo ello representa un maltrato emocional, muchas veces previo a la violencia física.

El maltratador no es un enfermo mental. Utiliza la violencia con el fin de doblegar la voluntad de la víctima. Tiene actitudes sexistas y creencias estereotipadas de las mujeres.
Ve amenazado permanentemente su poder en el ámbito familiar. Impone el aislamiento social de su entorno familiar, como estrategia para romper la independencia y autoestima de su pareja.

Violencia de género en las iglesias.

Aun en los hogares llamados cristianos se padece violencia de género, y las mujeres cristianas no se inclinan a hablar de ello. Craig Massey, un reconocido consejero familiar, dice que muchas de las mujeres que buscan su ayuda son esposas que han sufrido palizas y maltrato. Y según él, las estadísticas realizadas por fuentes seculares se aplican en igualdad para las familias cristianas.
En su libro “Sin lugar para esconderse”, Esther L. Olson dice que más de la mitad de las mujeres abusadas son «religiosas» o «profundamente religiosas».

Catalina Santucci, otra consejera cristiana, dice que un alto porcentaje de quienes concurren a su consultorio son mujeres cristianas que tratan de hacer frente a un inflexible abuso. Sospecho que muchas mujeres cristianas infelices no consultan a sus pastores ni a consejeros profesionales. Saben por experiencia que, la mayoría de las veces, lo único que consiguen es un impotente encogimiento de hombros y una exhortación a orar con más fervor, a tratar de ser alegres y calladamente sumisas. De esta manera, se les dice, ganarán a sus esposos y entonces el abuso terminará.

La Biblia condena cualquier clase de maltrato.

Hay varios textos bíblicos que nos muestran el corazón de Dios hacia el trato del hombre hacia la mujer, entre ellos:
Colosenses 3:19 (RV1960) Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Efesios 5:25 (RV1960) Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.
Efesios 5:28 (RV1960) Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
1Pedro 3:7 (RV1960) Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

Como la Iglesia debe abordar el problema?

Los agentes pastorales de nuestras iglesias deben formarse para el abordaje de la violencia de género. Hay ciertas características personales y profesionales que parecen comunes entre quienes son efectivos en su función de agentes pastorales. El agente pastoral contribuye con su visión de mundo, su experiencia en la vida, su historia personal, su carácter, su integridad, y sus creencias acerca de las personas en el sagrado espacio de la consejería y la atención pastoral.

La diferencia entre los índices de buen éxito tiene más relación con el consejero y la calidad de la relación de consejería que con el tipo de tratamiento. La relación entre el consejero y la persona aconsejada es el mejor vaticinador del resultado del tratamiento. Evidentemente, en los aspectos que desborden la capacidad de intervención del pastor o consejero, éste debe derivar, pero no es lo más habitual, ya que la clave está en la relación y acompañamiento pastoral.
Hay algunas características que deberán estar presentes en dichos pastores: Profundo amor por Cristo y dependencia del poder del Espíritu Santo con una habilidad de aplicar las Escrituras y los principios bíblicos de una manera práctica. Que sepa escuchar las preocupaciones de la persona que busca consejo. Que manifieste emociones positivas: capacidad de amar, reconocer valor, perdonar, y estimular a otros. Responsabilidad personal: valor, perseverancia, humildad, y moderación. Paciencia: especialmente con la persona que es nueva en la fe en Cristo. Muchas personas que reciben consejo continúan luchando con hábitos del corazón que las dominan desde antes de la conversión. Asertividad: habilidad de desafiar, enfrentar, y ofrecer retroalimentación correctiva de manera que la persona aconsejada conserve su integridad, y habilidad para respetar la confidencialidad, entre otras características.

La clave y consejo para la mujer que está pasando por una situación de violencia, es que debe romper el secreto y pedir ayuda. Esto es vital y muy importante. Romper el secreto trae luz a la situación, posibilita la ayuda, permite que la sanidad de Dios empiece a trabajar en la vida de cada uno.

La iglesia tiene mucho que aportar en la lucha contra esta lacra, por ejemplo, podemos influir, enseñar y actuar sobre y con los hombres de nuestras congregaciones. ¿Por qué los hombres? Porque en la actualidad, la inmensa mayoría de los hombres permanecen pasivos ante el problema de la violencia de género. Hay una idea generalizada de que éste es un problema fundamentalmente de mujeres. Entre muchos hombres está extendida la idea de que es suficiente con no ser maltratador. Esto genera pasividad y permisividad ante los malos tratos.
 
Debemos concienciar a los hombres sobre la necesidad de que los hombres nos impliquemos activamente en la lucha contra los malos tratos. El mensaje central es que todos y todas somos responsables de parar esta barbarie y EL SILENCIO NOS HACE CÓMPLICES.
 
Fuente: protestantedigital.com

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