9.27.2013

La felicidad ¿un producto del sistema?



Frecuentemente escucho a la gente quejarse porque no son felices o peor aún, porque “algo” o “alguien” les quitó la felicidad. Las generaciones contemporáneas han terminado dándole suma importancia al tema de la felicidad. Es que desde muchos ángulos se nos incentiva a ser felices. Y eso de ser felices, casi siempre con la connotación de hacer lo que nos gusta, lo que deseamos hacer cuando queremos hacerlo y como queramos hacerlo. Ser felices es, dicen; no tener ninguna preocupación. Algo así como problemas reducidos a cero.

Observo que tanta gente se irrita y pierde la perspectiva de la vida por ese asunto de ser felices. Esta felicidad ha venido a ser un producto del mercado, como un jabón, un detergente o una aspirina más. 
Nada más alejado de la realidad. La vida hay que asumirla con todo lo que ella trae. Vivir es… vivir. Vaya! ¿Que no lo sabías? Eso implica estar aquí y ahora completamente presentes. No hay otro lugar u otra galaxia que viene mañana. La vida es aquí, con sudor, esfuerzos, luchas, lágrimas, aspiraciones, disciplinas, algunos logros y otros que no son tales; pero así es la vida.

Quien creo la vida, y yo creo que fue Dios, no ha garantizado felicidad.  Y para colmo, cuando Jesús habló de ello en su famoso discurso de las bienaventuranzas, resulta que amarró cada una de ellas a un cuidadoso camino de renuncias. Mateo 5. ¿te gusta eso?

Aquí o aprendemos o aprendemos. Nos toca a todos. No hay personas ilesas. Y que lástima que desde el comercio hasta la religión, pasando por los políticos se han puesto de vendedores de felicidad, sabiendo que engañan a la gente. No lo cree? Observe los anuncios publicitarios.

Se vive viviendo y esto nos hace estar atentos para aprender la próxima lección. Y seremos más dóciles para este aprendizaje cuando entendamos que al final los problemas o desafíos terminarán haciéndonos más fuertes, más maduros, más humanos. Y si no aprendemos, estaremos condenados a repetir la materia. Nos toca.

Yo he aprendido con el Maestro. El ha prometido estar conmigo pase lo que pase. El sí me ha prometido una vida abundante; para mí eso es mucho más que felicidad. El se anticipó y me dijo: “en el mundo tendrás aflicción, pero confía; yo he vencido al mundo”. Y por si me faltara algo, además me ha dicho: “Mi Paz te dejo, mi paz te doy…”

Entonces resulta que no vivo preocupado ni ocupado por ser feliz. He encontrado mayor gozo en aprender de él cada día. Me aventuro a una sabiduría del tamaño del cielo y aprendo, a veces en silencio, a veces con lágrimas, a veces con los que aplican sus cinceles sobre mi orgullo humano. Pero si que aprendo y le doy GRACIAS por su bondad y fidelidad!



Francis Montás
Equipo Global, Revista Digital
Pastor y Periodista dominicano
Ministerios Casa Joven

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