5.12.2013

Yo odiaba el día de las madres.

Por: María Gocke
Esposa de pastor reflexiona sobre el día mas doloroso para muchas mujeres.


   Todo el mundo ama el día de las madres. Este día tienes la oportunidad de mostrar el merecido reconocimiento al  ser más generoso que probablemente nunca habrá. Pero no todo el mundo lo disfruta. Algunas de nosotras no tienen a sus madres y quizás tendrán que visitar su tumba. Otros tenemos relaciones familiares tensas, y este será un día de tensión con nuestros propios hijos, nuestras propias madres o ambos. Algunos tienen remordimientos intensos o culpas sobre su propia maternidad. Otros han perdido a sus hijos, de repente y de forma inesperada o después de una lucha larga y difícil. A otras nos duele aun más porque no queremos nada más que ser madres, pero no somos capaces.
   Durante años, no me gustó este día tan venerado, y no era la única porque soy una de las 6,1 millones de mujeres en los EE.UU. que luchan con la infertilidad. Mi marido y yo nos habíamos casado y ya comenzaba a pasar el tiempo y yo no quedaba embarazada. Esta fiesta significaba para mi querer quedarme en casa todo el dia, por temor a salir en publico y derramar muchas lagrimas. Cada año se me hizo mas amargo y el peor lugar para estar era la iglesia.
   Como esposa de un pastor, tenía que hacer mi mejor esfuerzo para salir adelante con una cara sonriente. La única persona que tenía para recurrir era la única a la que he mirado desde el principio, mi Padre Celestial.  Al estudiar el problema de la fertilidad a través de Sus ojos, Dios me llenó de su amor y consuelo. La Palabra de Dios se ocupa del tema de la infertilidad con tanta gracia. Sara, Rebeca, Raquel, la madre de Sansón, Hannah, Elizabeth, todas estas mujeres tuvieron problemas de infertilidad. La Biblia da atisbos de esperanzas en que Dios se preocupa por estas mujeres y es sensible a su necesidad.  Ni una sola vez en cualquiera de estas historias, el tema de la infertilidad tiene signos de que ha sido por falta de fe o por el pecado. Por el contrario, estas mujeres fueron tiernamente cuidadas por Dios y elegidas por su buena labor.
   Por muchos años sentía que el favor de Dios no brillaba sobre mi, pero como he leído a través de estas historias, no podía negar la atención de Dios y el amor que el tiene a las mujeres sin hijos, como yo. Hoy puedo decir, que lo que mas me gustaría es ver ese mismo amor y cuidado de las mujeres sin hijos en nuestras iglesias. Es así como viene la pregunta: ¿Cómo puede la Iglesia llegar a las mujeres que luchan con esta terrible situación? En mi experiencia, la iglesia era el lugar más difícil para mí durante esta lucha. Nosotros como iglesia debemos tener la misma gracia divina, sensibilidad y amor hacia aquellos que luchan con problemas de fertilidad. Cuando tomamos la palabra de Dios y actuamos en consecuencia, podemos mostrar a las mujeres que su valor va mucho más allá que una prueba de embarazo. 
   Estos son algunos consejos para llegar a las mujeres que luchan con la infertilidad:
- Ora por ellas: Lo que más necesitan son sus oraciones, cariño y preocupación. Oraciones simples y notas de aliento significan más de lo que puedas imaginar.
- Contar con otras personas que conocen su lucha. Lo que me llevó a través de este difícil momento fueron las amistades formadas con otras mujeres que estaban luchando con la infertilidad también. 
- Asesoramiento-cuando se le solicite. Recibí ideas maravillosas de amigos piadosos que habían luchado ellos mismos con el tema de la infertilidad. Sin embargo, recibi muchos consejos injustificados que sólo me herían y fortalecían aún más mi vergüenza y desgracia. Sea cauteloso en dar consejos cuando no se solicita.
   La clave en todo esto sera la gracia. A través de la iglesia de Dios, una mujer puede ser acompañada en este momento difícil. Fue la gracia de Dios y la gracia de los demás, que me llevaron a través de mi lucha con la infertilidad. Y así como me enteré de que la infertilidad en las Escrituras no era una "maldición" o una consecuencia del pecado, tuve que aprender  también que la fertilidad no fue tampoco una bendición como una consecuencia de la fe o la obediencia. La maternidad no es algo que "ganamos" o algo que "perdemos", por el contrario, los niños son un regalo inmerecido. 
   Siempre he tenido un gran corazón para la adopción y la difícil situación de los huérfanos y hoy soy la directora de un ministerio de adopción, y siempre había anhelado el día en que Dios nos daría la oportunidad de adoptar  un niño. Cuando me di cuenta que no era capaz de tener hijos biológicos, dejé claro a mi marido: "Estoy dispuesta a adoptarlos." Tomó tiempo, pero un día, de repente, mi marido me miró y dijo: "estoy listo." y comenzó un nuevo viaje en experimentar la gracia de Dios. Dios ha mostrado su gracia para con nosotros y este verano vamos a traer en casa a nuestro hijo procedente de Taiwán.

   El día de las Madres puede ser uno de los días más duros del año-y más difícil aun el tener que celebrarlo en la iglesia. Pero ya sea que estés celebrando o sufriendo este año, pido la gracia de Dios sobre ti.  Ruego que te fortalezcas en la gracia que me ha fortalecido y me está fortaleciendo: "Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Cristo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca", (1ra. Pedro 5:10).



Articulo original en ingles publicado en Relevant Magazine.
Traduccion libre por Global, revista digital.
Mayo, 2013



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