Jacqueline Kennedy, una de las mujeres más elegantes de su
época y un icono de la moda, contó con una dominicana como su mano derecha en la
Casa Blanca. Era llamada la "princesa Mexicana" por el Servicio Secreto pero su nombre real era Providencia Paredes, dominicana de nacimiento.
Siempre encargada de cada detalle del vestuario de la primera dama, Providencia acompañó a los Kennedy en su estancia en la presidencia (1961-1963) y pudo -como ella misma lo dice- "poner los pies donde los pusieron ellos".
A sus 89 años y a propósito del 50º aniversario de la muerte de John F. Kennedy, Paredes le abrió las puertas de su casa a BBC Mundo para compartir algunos de los objetos que le quedan de su tiempo con la familia presidencial.
Justo para ese viaje fatal, ella había pedido permiso para quedarse con su hijo Gustavo. Aunque no viajó a Dallas con la comitiva, su trabajo silencioso sí quedó para la posteridad, pues fue ella la que le ayudó a escoger a Jacqueline el vestido de lana rosa, que terminaría embadurnado de sangre. Es el mismo traje que aparece en innumerables fotos de ese 22 de noviembre y que luego, todavía sin limpiar, fue enviado al Archivo Nacional con la orden de que no fuera mostrado en los siguientes cien años.
Tras la muerte de John en Dallas, Providencia siguió fiel a Jackie, convertida de repente en una joven viuda, y decidió trabajar temporalmente para ella en su nueva residencia, en Nueva York.
Pero pronto terminaron por cansarla los constantes trayectos entre la Gran Manzana y la capital, donde vivía su propia familia, y decidió separarse de la exprimera dama laboralmente.
Las dos mujeres, eso sí, siguieron viéndose con algo de frecuencia y compartieron una última vez poco antes de la muerte de Jacqueline, en 1994.
En la foto, Providencia Paredes y su hijo, Gustavo Paredes.
Fuente: actualidad.rt.com
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