7.16.2013

Zimmerman: quizás todos somos culpables.


Aunque no seguí de cerca el proceso televisivo de enjuiciamiento en el caso de George Zimmerman por el asesinato del jovencito Trayvon Martin, sí estoy documentada al respecto, leyendo los diarios que entiendo podían darme un punto de vista un tanto objetivo sobre este lamentable hecho.

Al conocer la decisión del jurado, las cuestionantes son inevitables. Será Zimmerman culpable realmente y el jurado cometió un error? O ambos, tanto Trayvon como Zimmerman fueron los responsables de este trágico encuentro?

Es inevitable también pensar en todas las áreas que pueden abarcarse en esta discusión y si miramos bien a fondo, el caso Zimmerman podría ser un parámetro del camino que está tomando esta sociedad. Por un lado, el jurado ha hecho su trabajo, los abogados han hecho su trabajo. Por otro lado, una familia ha perdido a un hijo y la otra parte, ha quedado marcada por generaciones, toda una tragedia.

Pero no se ha puesto usted a pensar, amigo lector, que quizás todos somos culpables de esto? La sociedad norteamericana, fundada principalmente en los principios bíblicos, ha decidido sistemáticamente darle la espalda a estos principios. Esto ha traído como consecuencia que la familia, cada vez es menos familia, que los valores cada vez brillan más por su ausencia y que al mismo tiempo, lo que antes era malo ahora es encontrado bueno.

La reacción del pueblo es preocupante porque estamos dando muestras de odio y rencor contra este hombre que fue declarado "no culpable" y quizás muchos de nosotros, los llamados cristianos, también estamos sintiendo lo mismo.

Debemos reflexionar sobre esto y entender en primer lugar que aunque este caso ha dividido a la sociedad, nosotros debemos ante todo mantener una postura bíblica al respecto: "Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna", 1ra. Juan 3:15.

En segundo lugar: cada vez más necesitamos influir con el mensaje de Cristo en las familias.  Como Trayvon Martin, muchos jovencitos hoy están caminando por las calles o frecuentando lugares que no son aptos para ellos, en momentos inadecuados, en horas inadecuadas y sin la supervisión directa de sus padres. Es un hecho que los hijos de esta sociedad se nos han ido de la mano y que los hemos entregado al  mundo sin ningún tipo de preparación o fundamento.

Ojalá que esto sea de profunda reflexión para nosotros y podamos entender que nuestra responsabilidad número uno con nuestros hijos es educarlos, formarlos y mostrarles el camino de la vida. Luego, influenciar en otros, a través de una vida recta y agradable a Dios.

De la redacción de Global, Revista Digital




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